El mercado inmobiliario de vivienda no es ajeno al proceso inflacionario y sus efectos se ven sobre la oferta (por el lado de los precios), pero también del lado de la demanda por el poder adquisitivo de las personas.
A nivel mundial, estamos viviendo un periodo inflacionario atípico, derivado de los efectos disruptores de la pandemia por Covid-19 y la cobarde invasión rusa a Ucrania, que han generado escasez extraordinaria de diversos bienes sobre la base de una demanda histórica estable, es decir, la demanda no se incrementó, lo que disminuyó fue la oferta y eso ha encarecido desde alimentos, hasta componentes muy sofisticados de equipos electrónicos.
En México, el efecto inflacionario que estamos viviendo, además de las causas antes mencionadas, existen otros factores que tienen que ver exclusivamente con la ineptitud, corrupción y pésimas políticas públicas implementadas por el Gobierno Federal, que no generó durante y después de la pandemia ningún apoyo a las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes); además de la inseguridad que se ha presentado en muchas regiones del país, afectando a productores de todo tipo de bienes y servicios, y disminuyendo su acceso a los mercados con el consecuente incremento en los precios.
El caso de la vivienda nueva en México, desafortunadamente, no se escapa de enfrentar los efectos inflacionarios en prácticamente todos los insumos necesarios para su construcción, que evidentemente se trasladan al comprador final que, hoy en día y por la situación económica que estamos viviendo, se ve en la necesidad de comprar una vivienda de menor precio, ya sea más pequeña, más lejana y/o de menor calidad, sin postergar más la decisión de compra.
Es decir, los clientes están listos para comprar porque la necesidad de vivienda es auténtica –además de que existen créditos hipotecarios aún con tasas por debajo de 10%, casi de forma generalizada–, pero sus ingresos no se han incrementado al ritmo de la inflación, lo que ‘obliga’, por el momento, a realizar una compra más prudente.
Es importante destacar que en México, la inversión en vivienda ha resultado ser un mecanismo extraordinario para contrarrestar los efectos negativos de la inflación. Históricamente, como lo demuestra el Índice de Precios de la Vivienda en México (IPVM) de la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), los precios de las viviendas en el país tienden a conservar su valor en el tiempo y a tener apreciaciones por encima de la inflación.
El más reciente ejemplo de ello, es que el IPVM correspondiente al Primer Semestre de 2022 (1S22) menciona que claramente a nivel nacional el precio de la vivienda en promedio se ha incrementado en 7.9%, precisando que en de enero a junio de 2022 la vivienda nueva ha tenido un incremento en su valor de 8.8%, mientras que la usada de 7.1 por ciento.
De acuerdo con el IPVM, los estados con mayor plusvalía han sido Quintana Roo (12.9%), Baja California Sur (12.6%) y Nayarit (12.5%), en gran medida por sus respectivos atractivos turísticos para inversionistas extranjeros que compran viviendas vacacionales para usarlas cortos periodos de tiempo, utilizándolas el resto del tiempo para rentas de corto plazo tipo hotel en plataformas como Airbnb.
La CDMX, que es el mercado más diverso que existe en México, tuvo una plusvalía promedio de 6.6% en el 1S22.